jueves, 24 de diciembre de 2015

Vuelta Nocturna a Langreo - PR - AS 44 por Rafael Peralta

Después de muchos aplazamientos, y con objetivo de completar el  reto antes de acabar el presente año, el pasado viernes tomamos la salida para completar la Vuelta a Langreo Nocturna, un circuito ya conocido pero que con el atractivo de completar la prueba de noche (al menos casi toda), hacía más interesante aun el recorrer los 70km de este PR que rodea el concejo, pasando por las zonas montañeras más emblemáticas de Langreo.



Pocas esperanzas tenía de encontrar compañero de aventuras, afortunadamente, Jesús Hevia, no se si consciente o inconscientemente, decidió acompañarme.

Salimos alrededor de las nueve de la noche del viernes, como siempre de la cafetería Scala 9, centro de reuniones, tertulias y celebraciones del club, fue una muy agradable sorpresa encontrarse en el no solo a Jesús (tomándose una cerveza antes de comenzar), si no a numerosos compañeros y familia que habían ido hasta ahí para darnos ánimos en nuestra marcha.


Así comenzamos una larga noche de marcha. Dividimos mentalmente el recorrido en cuatro partes, La Felguera – San Tirso; San Tirso – Frieres; Frieres – Pol. Moral; Pol Moral –La Felguera. De esta manera nos iríamos motivando según pasáramos los distintos tramos.

La primera de las cuatro parte, ya muy conocido y recorrida por los dos pasó bastante rápido, sin darnos cuenta pasamos de estar a la vera del Pozo Maria Luisa  a la campa Urbies, donde hicimos una pequeña parada para comer, elegimos tal vez mala hora de salida, ya que hacia muchas horas desde nuestra última comida, y nos habíamos saltado la cena.

Aunque la noche era espectacular, sobre todo para ser diciembre, cada vez que llegábamos a una zona abierta los vientos eran bastante fuertes y nos hacían descender muchísimo la temperatura, así que las paradas eran cortas.

Tras llegar al CAU, comenzamos la larga y tediosa marcha asfaltera hasta Santo Miano, uno de los inconvenientes de este PR es los numerosos Kilómetros de asfalto que hay que recorrer, se hacen muy largo y duros sobre todo porque íbamos con la indumentaria (calzado, mochila, bastones) propios de trail, además los cambios de terrenos eran duros de asimilar a nivel muscular.

Continuamos hacia San Tirso, por la Vallina, para seguir dirección las Les peñes, donde hicimos el Kilómetro 30 del recorrido, algo menos de la mitad del total. Las fuerzas todavía acompañaban, pero no queríamos ni pensar en todo lo que nos quedaba aun, coronamos el Picaxu, frontera con el concejo vecino de Oviedo, no pudimos ni parar del viento y frío que hacía así que continuamos por la pista dirección Llantamartín, para volver a tomar unos cuantos km de asfalto hasta Frieres.

Jesus Hevia reponiendo fuerzas


Este es uno de los puntos difíciles donde la cabeza comenzó a plantearse parar, llevando ya una maratón en el cuerpo y en un sitio tan fácil de poder llamar a un taxi, Jesús aunque motivado comenzaba también a sentir los primeras consecuencias de la larga distancia y horas, sumado a que estábamos ya bien metidos en la madrugada y ambos habíamos comenzado a trabajar ese mismo viernes bien temprano y ya casi llevábamos 24 horas despiertos, pero nos dijimos, ¿Cómo contábamos luego esto a la familia y amigos?, ¿Cómo íbamos a decir a nuestros compañeros del club que nos rendimos por cansancio?, no podía ser, así que nos pusimos los cortavientos, ya se notaba el frio, y tomamos la larga pista hacia el Picu Villa.
Durante la subida, mi compañero experimento lo que es al falta de glucosa en el cerebro, desde este punto comenzó a ver personas y animales por todas partes, algo muy habitual en mi en las competiciones largas cuando cae la noche, me hacia gracia ver que ahora sufría esas paranoias otros y saber que no soy el único loco.

Pues con la compañía de los duendes y sirenas de Jesús coronamos el Picu Villa y emprendimos otra muy larga marcha de casi 10km de asfalto y pistas por el medio hasta Tuilla.

Una de las sorpresas de prácticamente toda la noche, y más en la zona del Campanal, es lo seco que estaba el terreno, muchos dias sin llover, y todos los helechos muertos, hacía del paisaje casi más veraniego que propio de Diciembre.

Dos fantasmas por la noche

Llegamos a los alrededores del Poligono de la Moral, punto muy duro mentalmente en el recorrido, aun de noche, con apenas ninguna fuerza ni gana de continuar, alguna que otra molestia en el cuerpo y a sabiendas del duro y último tramo de vuelta que nos quedaba, aunque por momentos pensé que me iba a quedar solo, tampoco tuve que insistir mucho a mi compañero para que continuara, nuestra máxima era… “… si hemos llegado hasta aquí….”, y así fue, no nos lo pensamos mucho, y subimos los más de dos kilómetros de asfalto hacia Baeres, y de ahí dirección la Braña, donde en algún momento Jesús me planteo tomar la “directa” hacia la Felguera, pero haciéndome un poco el despistado conseguí que continuara el camino hacia el Ciacal, y a partir de ahí ya no había escapatoria posible.


Por esta zona nos saltamos un giro que nos hizo retroceder un poco y sumar unos metros más al recorrido, seguía siendo de noche, las fuerzas mentales y físicas mermaban, y era por momentos difícil seguir las marcas sin equivocarse.

Llegamos al alto el Peruano donde nos comenzó a amanecer, desde aquí solo quedaban pistas de sube y baja hasta nuestro destino. Pasamos las antiguas explotaciones mineras, fue agradable poder hacer esta parte de día.

Amaneciendo en el Peruano
A tres kilómetros de meta tomamos un camino alternativo, que aunque haríamos un 1km más de lo marcado, bajaríamos más cerca de la Felguera que de Sama, por dicho camino nos cruzamos en dirección contraria con la “Quedada  Solidaria del LTT”. Ver tantas caras conocidas animándonos nos ayudo a afrontar ya la última bajada, era sorprendente como todo el mundo nos preguntaba “¿Sois vosotros los que salisteis ayer de noche?”, luego nos enteraríamos que nuestros compañeros nos habían colgado el video de salida en las redes sociales esas misma noche, y al parecer llego a mucha gente.

Ultimos kilómetros

 Salimos al paseo de los Llerones, menos de 2 km urbanos hasta nuestro destino, y por fin, Scala 9, conseguido, alargando el recorrido a casi 75km prácticamente todo de noche,  lo habíamos conseguido, mi mujer, hija y perro vinieron a recibirme como si del final de una carrera se tratara, y Jesús, detrás de su imagen de duro, se lo notaba la emocionado ( y dolorido), por haber realizado tal proeza, para mi una grandísima experiencia compartir tantas horas con mi compañero Jesús, y para él un recuerdo para toda la vida el superar este reto y hacer la distancia a pie más larga jamás había realizado.

Desayunando en Scala 9


Cerrar el año con una experiencia así me hace empezar 2016 con más ganas de superar retos


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