El día se plantea interesante por varias
razones, la primera llega a las cinco de la tarde cuando conozca a parte del
equipo de G. M. CUMBRE LLANGREU, ya que entre en el club conociendo solo a dos
miembros y la segunda por correr con ellos en una nueva carrera que no
sabríamos como iba a estar organizada ni si yo estaría al nivel para ella.
Hechas las presentaciones en el SCALA9
nos dirigimos a el Valle de Turón para recoger dorsales prepararnos y
tomar la salida a las siete de la tarde, la verdad que junto con los dorsales
nos dieron unos paraguas muy apañaos comparándolos con las típicas camisetas
que dan en todas las carreras.
A las siete dan el pistoletazo de salida y
empezamos con una pequeña cuesta abajo para separar el pelotón aprovechando los
únicos 100m de asfalto que íbamos a pisar y de repente la sorpresa para todos
nosotros, un muro que nos hizo frenar en seco y crear una serpiente blanca y
brillante a lo largo de toda la ladera de la montaña. Un poco por el repentino
desnivel y un poco por la imagen de esa línea de luces encastradas en un
pasillo de velas que alumbraban el camino, me sentí conmovido y no me di cuenta
hasta un rato después… que por primera
vez en las subidas no me iban adelantando hasta dejarme con el escoba, apreté
los dientes y subí kilómetro tras kilómetro intentando mantener la posición.
Después de dos kilómetros subiendo por esa
pared nos dieron un descanso para enfocar una bajada donde aproveche para pasar
a una gente que descendía un poco más despacio, pero pronto nos pusimos otra
vez en otra subida pronunciada y larga que ya nos llevaría hasta el
avituallamiento.
Una vez pasado el avituallamiento un km más
arriba hacíamos cumbre y pensábamos que ya podíamos relajarnos para empezar la
bajada… que confundidos estábamos, delante teníamos una bajada tan pronunciada
o más que la subida del principio, yo veía a la gente bajar agarrada a los árboles
y con miedo a caer, así que aproveché que tenía los tacos de los playeros casi
nuevos y que me daba igual despeñarme para correr como
alma que lleva el diablo, consiguiendo adelantar a otro pelotonin que se había
formado allí. La bajada se hacía larga pero al final llegamos a un
avituallamiento en una casa donde ya veías la luz del final de carrera, solo un
repecho de quinientos metros y el resto todo para abajo. Esos últimos kilómetros me pasaron volando,
cuando quise darme cuenta estaba en la entrada otra vez de Turón y dispuesto a
pasar por el arco de meta con un tiempo (para mi) respetable y habiendo
disfrutado de una carrera increíble.
Tengo que agradecer al equipo por aceptarme
tan bien y hacerme sentir uno más desde el primer momento y a la organización
por hacer esta pedazo de carrera de la nada y conseguir algo imposible… que
nadie tenga una sola queja. El año que viene contar conmigo y no os preocupes
en mejorarla porque va a ser difícil. Un saludo a todos
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